Hoy me apetece hablaros de algo
que leí en un libro y que me llamo la atención, además creo que encaja
totalmente dentro del adjetivo de creativo. El libro al que hago referencia es
El mundo amarillo de Albert Espinosa,
libro que este autor escribió contándonos los descubrimientos que hizo durante
los diez años que pasó por la terrible enfermedad que es el cáncer. Quizá estaréis
pensando que, que alguien hable sobre lo terrible que ha sido para él el cáncer
o que intente hacer un libro de autoayuda para otros que pasen por la misma
situación no es nada curioso ni creativo pero, no es esto lo que hace Albert
Espinosa. Este autor tiene una forma algo curiosa (y a mi parecer creativa) de
escribir sobre el cáncer, no habla de cómo superarlo ni de lo duro y horrible
que fue sino que nos cuenta cosas de la vida que él aprendió mientras luchaba
contra esta enfermedad. Pero en realidad, de lo que yo quiero hablar es de un capítulo
en especial de este
libro amarillo, capítulo
en el cual el autor nos comenta que todos tenemos nuestro historial médico, el
de unos será más largo, el de otros más corto, en él escribirán a lo largo de
nuestra vida diferentes médicos, todos ellos sobre nuestro estado de salud,
sobre nuestra vida médica. Ante esto lo que Albert Espinosa nos sugiere es que
ya que tenemos este tipo de historial médico por qué no crear nuestro propio
historial vital.
“El placer de llevar un historial vital es
que en él estará todo lo que ocurra en tu vida, tus momentos de vida, y cuando
algo te sacuda, podrás ir allí, abrirlo y respirar vida”
¿Para qué nos serviría este
historial? Para lo mismo que sirve un historial médico, cuando sufrimos algún tipo
de problema médico este se añade a tu historial y junto a él se escribe como
este se superó y si volvió a suceder algo igual o similar. En nuestro historial
vital debemos hacer lo mismo, cuando se nos presenta un problema debemos
escribirlo y cuando lo hayamos solucionado escribir dicha solución, si en un
fututo tenemos un problema similar sabemos cómo poder arreglarlo.
“Lo bueno de escribir las cosas es que te
das cuenta que esta vida es cíclica: todo vuelve y vuelve. El problema es que
nuestra memoria es muy reducida y olvidadiza”
Y, ¿Cómo hacemos este historial vital? ¿es un simple diario?
El diario forma parte de él, pero no es lo único de lo que se compone. Estos
son los pasos que Albert nos marca para la creación de dicho historial vital:
1.
Comprar una carpeta grande
2.
Escribe cada día tres o cuatro cosas que te
hayan hecho sentir feliz (o algún otro sentimiento). Siempre hemos de escribir
las cosas positivas (para negativas ya está el historial médico
3.
Apunta hora, día, lugar y motivo.
4.
Incluye material. Añade siempre que te sea
posible algún objeto que acompañe ese momento.
Los objetos se impregnan de felicidad y
deben estar en tu historial vital.
5.
Reléelo, tócalo cuando te encuentres mal y
triste, y también cuando estés feliz. Así descubrirás cosas de ti mismo.
Cada 1% que descubras
de ti es casi un peldaño más hacia otro
estado de ánimo.
6.
Regálalo, légalo cuando mueras. Así la gente que
te quiere podrá saber más de ti.
Esta actividad que propone Albert Espinosa me resulta muy
curiosa y realmente creo que todos deberíamos comenzar a crear nuestro
historial vital. Piensa en la cantidad de información sobre nosotros mismo que tendremos
de aquí a unos años si hoy comenzamos a escribir nuestro historial vital,
cuantos recuerdos y cuantas sensaciones podríamos traer de vuelta, cosas que
seguramente nuestra memoria no retendrá para siempre pero podríamos ayudarla a
rememorar.
¿Te animas?
ESPINOSA, Albert (2008) El
mundo amarillo. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial.